lunes, 19 de enero de 2015

Despertar


Caía la noche aunque pensaba que era de mañana
 y aunque el calor deshidrataba el pensamiento yo tenía frío en las palabras.

Aquellas nubes parecían hechas de cáñamo
 y la lluvía tenía cierto sabor espiritoso.

No sabía si era Jupiter o la luna
ni diferenciaba el Martes de un Sábado;
caminaba tanto que creía estar sentado
y te veía tanto que pensé que estaba escribiendo.

Suspiré tanto que quedé salmodiando
y la soledad vitoreaba con ímpetu.

Faltaban puntos sobre las íes o quizá
el cielo carecía de estrellas;
Era anómalo el comportamiento
de un alma sin aliento.

Lógica locura de un poema guerrero sobre el
absurdo razonamiento de quien lee sin sentir.

Se desvanecía el celaje, dejaba que la luz tocara mis mejillas;
 tu cuerpo celeste se perdía entre lo sideral y lo imaginativo.

 Ya sea la luna o Jupiter, Martes o Sábado,
 ya sea prosaico o corriente; sentía el sueño ligero,
como si la realidad fuera una botella estrellandose sobre mi cabeza y los cristales fueran pequeñas voces que me susurraban sobre el tímpano.
¿Quién siente? ¿Quién fuma?
¿Quién bebe? ¿Quién lee?

Finalmente desperté sobre un ensueño similar,
el tímpano retumbaba tras las mareas de las escrituras.

El azul nocturno se devoraba mis gritos
y mi respirar mientras las galaxias circundaban tus manos que intentaban tocarme.
Me di cuenta que nuevamente despertaba,
pero esta vez sobre una mañana color primavera.
Un sol tan amarillo como un lirio y un aire tan vivo como tu amor,
un azul cielo sobre vientos cánticos y grandes robles con ganas de ser apoyados por un poeta.


Me dí cuenta que hasta en sueños te extraño.