domingo, 21 de diciembre de 2014

Verte


Entonces veo tu caminar
sobre el pantano de mi mirada
Y el fango se vuelve arroyo que
recorre tu espina hasta el coxis,
agitando la parte trasera de tu ser.

Te miraba de arriba a abajo y con las manos te rasgaba el ropaje.
Te sonreía desde la punta del labio superior hasta la cima del inferior.

Releía en braille tu cintura y retocaba a pinceladas de deseo tu tatuaje.
Agarraba con las palmas tus olores, y desde el jarrón de tesoros resplandecía
un arcoiris de fragancias.

Me deslizaba sobre tu cabello y mi lengua frenaba sobre tu cuello;
me mordías el apetito mientras eliminaba el compromiso.

Te propuse una historia sin saber que te encantaba leer,
fue entonces cuando dejé que tu pluma empezara este relato;
hecho de palabras que se escriben con el aire caliente que entra a tu oído.

Tus huesos sobre mi cuerpo avivan los latidos,
dan ritmo a cierta música misteriosa,
ambientando un paraje extraño y llamativo, con ansias de explorar.

Me di cuenta que los ojos son los nuevos besos y la sonrisa el nuevo tacto.

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