Entonces
veo tu caminar
sobre el
pantano de mi mirada
Y
el fango se vuelve arroyo que
recorre tu espina hasta el coxis,
agitando
la parte trasera de tu ser.
Te
miraba de arriba a abajo y con las manos te rasgaba el ropaje.
Te
sonreía desde la punta del labio superior hasta la cima del inferior.
Releía en braille tu
cintura y retocaba a pinceladas de deseo tu tatuaje.
Agarraba
con las palmas tus olores, y desde el jarrón de tesoros resplandecía
un arcoiris de fragancias.
Me
deslizaba sobre tu cabello y mi lengua frenaba sobre tu cuello;
me
mordías el apetito mientras eliminaba el compromiso.
Te
propuse una historia sin saber que te encantaba leer,
fue
entonces cuando dejé que tu pluma empezara este relato;
hecho
de palabras que se escriben con el aire caliente que entra a tu oído.
Tus
huesos sobre mi cuerpo avivan los latidos,
dan
ritmo a cierta música misteriosa,
ambientando
un paraje extraño y llamativo, con ansias de explorar.
Me di cuenta
que los ojos son los nuevos besos y la sonrisa el nuevo tacto.